sábado, 27 de diciembre de 2014

GRAND SLAM EN VARGAS

Otra jornada en esta adictiva pesca de altura, esta oportunidad un poco más claro con lo que me podía enfrentar, los compañeros los mismos de la vez pasada a excepción de Mortadela (marinero) que en esta oportunidad no fue y nos acompaño Daniel Noriega, ya con el rumbo puesto en el GPS íbamos en búsqueda de las grandes agujas en el mismo sitio de la vez pasada.

Navegando al punto de pesca

Cañas en el agua, todo a punto, solo restaba esperar ver nuestras presas cazando las suculentas carnadas. Al cabo de un tiempo suena uno de los reeles de manera explosiva avisándonos que ya estábamos en presencia del primer ejemplar listo para iniciar el combate, el cual acepte yo con mucho placer después que Mario logro pegarla. En esta oportunidad gane mi batalla sin quedar tan exhausto con en las oportunidades pasadas, logre tenerla sujeta por el pico para yo mismo liberar a un excelente rival como lo fue esa aguja blanca.

Pasada las horas nuevamente la explosión de otro reel nos saca de un estado de letargo en el que estábamos y esta si la peleo el amigo Mario, al tenerla prácticamente dominada nos percatamos que era un hermoso Pez Vela, el cual decidimos embarcar para la debida foto y luego proceder a su liberación, esta captura hizo despertar en nuestra mente esas ansias y una especie de tensión por un Grand Slam, ya que teníamos Blanca y Vela en nuestro haber solo faltando la Aguja Azul, por lo que nuestro pensamiento y conversaciones solo tenían una protagonista la gran Azul.

Con una hermosa Vela 

Después de un prolongado tiempo donde solo se escuchaba la brisa y se respiraba tensión por lo que tanto anhelábamos una nueva explosión con ese sonido que acelera al corazón a la máxima potencia con solo oírlo, empieza la huida a toda velocidad de una de las carnadas siendo víctima de un gran animal que aun no divisábamos, al lograrla controlar y tenerla frente a frente no era otra más que nuestro deseo hecho realidad, una enorme Aguja Azul con una fiereza que parecía un toro embistiendo a su oponente, ya pegada en nuestro anzuelo y a escasos 3 o 4 metros de la embarcación se elevo en un elegante salto mostrando la grandeza de su tamaño y mostrando su poder, en nuestra mente el Grand Slam combatía contra la adrenalina del momento, fracciones de segundo se convirtieron en horas, cuando por una mala jugada del destino un enredo en la línea a la altura del  reel  hizo desvanecer todo sueño al romper la línea que nos unía con nuestro objetivo y ver esa enorme Azul desaparecer en la profundidad, no se tardaron en escucharse improperios y caras largas, el desanimo y el silencio se apodero de nosotros quitándonos el habla y las miradas no pasaban del horizonte, momento fatal para el alma.

Liberación de una Aguja Blanca

Este fatídico momento  duro por algunas horas quizás minutos, muy difícil determinarlo solo los reeles y sonando al unisonó nos sacaron de ese estado de tristeza y rabia, para pasar nuevamente a la emoción de la lucha, en esta ocasión otros eran los rivales, unos jóvenes y coloridos dorados que atacaron en grupo nuestras carnadas, dándole nuevamente vida a nuestras almas que estaban decaídas por la fallida Azul. Mucha diversión otorgaron estos jóvenes dorados los cuales creo que fueron mandado por el creador para darnos animo de nuevo, para despertarnos, para dejarnos nuevamente en un estado de alerta y enseñarnos que jamás debemos perder la esperanza, ni decaer ante un fallo.

Aguja Blanca después del combate

Termino de pasar la tarde como a eso de las 4:00 pm se dejaron salir los comentarios que decían “señores hoy es domingo, vamos recogiendo para salir temprano” algunos dentro del grupo sin perder la esperanza evocaron  “vamos a darle un poco más, bajamos hasta el placer y ahí recogemos” habiendo dicho esto, eso fue lo que hicimos. En el transcurrir de ese corto tiempo y como un acto divino una explosión pero la más fuerte que habíamos escuchado se desprende de uno de los reeles que dejaba salir línea a una velocidad espeluznante que no paraba con nada, todas nuestras miradas eran hacia el reel con el susto por lo menos en mi  caso que se fuese acabar la línea, en eso grita Mario con caña en mano esto debe ser un enorme Peto por esa corrida, pero no lo era, a lo lejos en el horizonte pero muy lejos se dejo ver de manera celestial la mas enorme de Las Agujas Azules, los pensamiento, la presión y la tensión se adueñaron nuevamente de nuestra cabeza y la adrenalina hizo exaltar nuestro corazón de una manera no acta para cardiacos, eran aproximadamente las 4:30 pm ya con la presa asegurada en la línea pero muy distante de la embarcación el turno me toco a mí, combatir ante este animal fue una experiencia maravillosa, arne puesto  y caña en mano se dio mi negociación ante esta bestia, era un acto de no ceder ni la aguja ni yo, pasando como 45 min tal vez mas o tal vez menos y teniendo ya a vista la parada de la línea lo que nos decía que la Aguja estaba a mano, esta con un nuevo empuje de fuerzas volvió a llevarse una cantidad de línea alejándose nuevamente, mi espalda adolorida y mi brazo entumecido me decía que había que buscar un relevo para el combate y se sumo a la lucha el amigo Daniel Noriega, pasando yo al descanso. En ese momento mientras seguía la batalla y el capitán Mario tratando de colocar el bote en la mejor posición deja salir otro comentario, “señores esto es para largo, llamemos a tierra para avisar que llegaremos tarde” en ese momento recordé la lectura del libro del  “Viejo y el Mar” a la cual le di más valor aun, Johan ayudaba a sostener por momento al agotado Daniel Noriega que seguía en la lucha, la oscuridad llego de modo silencioso y no la vimos llegar, creo que eran como las 6:30 pm cuando por fin nuestra gran rival decidió rendirse y ganarse su libertad.


En la Popa de la embarcación en plena faena

Para nosotros un momento indescriptible,  para mí todo era una novedad, un desborde de adrenalina, alegría, cansancio, tantas emociones encontradas en ese momento, contento por el logro de un Grand Slam que en el momento no comprendía pero me contagiaba de la emoción de mis compañeros. Emprendimos el regreso a puerto. Agotados, muertos, hambrientos, sedientos pero llenos de emoción y con un gran tesoro para nuestras memorias.

Llegando a puerto logramos comprar una suculenta y ansiada cerveza para celebrar la jornada y coronar un día de ensueño. Gracias Mario, Daniel y Johan por este memorable día.

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