Otra jornada en esta adictiva pesca
de altura, esta oportunidad un poco más claro con lo que me podía enfrentar,
los compañeros los mismos de la vez pasada a excepción de Mortadela (marinero)
que en esta oportunidad no fue y nos acompaño Daniel Noriega, ya con el rumbo
puesto en el GPS íbamos en búsqueda de las grandes agujas en el mismo sitio de
la vez pasada.
Navegando al punto de pesca
Cañas en el agua, todo a punto, solo
restaba esperar ver nuestras presas cazando las suculentas carnadas. Al cabo de
un tiempo suena uno de los reeles de manera explosiva avisándonos que ya estábamos
en presencia del primer ejemplar listo para iniciar el combate, el cual acepte
yo con mucho placer después que Mario logro pegarla. En esta oportunidad gane
mi batalla sin quedar tan exhausto con en las oportunidades pasadas, logre
tenerla sujeta por el pico para yo mismo liberar a un excelente rival como lo
fue esa aguja blanca.
Pasada las horas nuevamente la
explosión de otro reel nos saca de un estado de letargo en el que estábamos y
esta si la peleo el amigo Mario, al tenerla prácticamente dominada nos
percatamos que era un hermoso Pez Vela, el cual decidimos embarcar para la
debida foto y luego proceder a su liberación, esta captura hizo despertar en
nuestra mente esas ansias y una especie de tensión por un Grand Slam, ya que
teníamos Blanca y Vela en nuestro haber solo faltando la Aguja Azul, por lo que
nuestro pensamiento y conversaciones solo tenían una protagonista la gran Azul.
Con una hermosa Vela
Después
de un prolongado tiempo donde solo se escuchaba la brisa y se respiraba tensión
por lo que tanto anhelábamos una nueva explosión con ese sonido que acelera al
corazón a la máxima potencia con solo oírlo, empieza la huida a toda velocidad
de una de las carnadas siendo víctima de un gran animal que aun no divisábamos,
al lograrla controlar y tenerla frente a frente no era otra más que nuestro
deseo hecho realidad, una enorme Aguja Azul con una fiereza que parecía un toro
embistiendo a su oponente, ya pegada en nuestro anzuelo y a escasos 3 o 4
metros de la embarcación se elevo en un elegante salto mostrando la grandeza de
su tamaño y mostrando su poder, en nuestra mente el Grand Slam combatía contra
la adrenalina del momento, fracciones de segundo se convirtieron en horas,
cuando por una mala jugada del destino un enredo en la línea a la altura
del reel
hizo desvanecer todo sueño al romper la línea que nos unía con nuestro
objetivo y ver esa enorme Azul desaparecer en la profundidad, no se tardaron en
escucharse improperios y caras largas, el desanimo y el silencio se apodero de
nosotros quitándonos el habla y las miradas no pasaban del horizonte, momento
fatal para el alma.
Liberación de una Aguja Blanca
Este fatídico momento duro por algunas horas quizás minutos, muy
difícil determinarlo solo los reeles y sonando al unisonó nos sacaron de ese
estado de tristeza y rabia, para pasar nuevamente a la emoción de la lucha, en
esta ocasión otros eran los rivales, unos jóvenes y coloridos dorados que
atacaron en grupo nuestras carnadas, dándole nuevamente vida a nuestras almas
que estaban decaídas por la fallida Azul. Mucha diversión otorgaron estos
jóvenes dorados los cuales creo que fueron mandado por el creador para darnos
animo de nuevo, para despertarnos, para dejarnos nuevamente en un estado de alerta
y enseñarnos que jamás debemos perder la esperanza, ni decaer ante un fallo.
Aguja Blanca después del combate
Termino de pasar la tarde como a eso
de las 4:00 pm se dejaron salir los comentarios que decían “señores hoy es
domingo, vamos recogiendo para salir temprano” algunos dentro del grupo sin
perder la esperanza evocaron “vamos a
darle un poco más, bajamos hasta el placer y ahí recogemos” habiendo dicho
esto, eso fue lo que hicimos. En el transcurrir de ese corto tiempo y como un
acto divino una explosión pero la más fuerte que habíamos escuchado se
desprende de uno de los reeles que dejaba salir línea a una velocidad
espeluznante que no paraba con nada, todas nuestras miradas eran hacia el reel
con el susto por lo menos en mi caso que
se fuese acabar la línea, en eso grita Mario con caña en mano esto debe ser un
enorme Peto por esa corrida, pero no lo era, a lo lejos en el horizonte pero
muy lejos se dejo ver de manera celestial la mas enorme de Las Agujas Azules,
los pensamiento, la presión y la tensión se adueñaron nuevamente de nuestra
cabeza y la adrenalina hizo exaltar nuestro corazón de una manera no acta para
cardiacos, eran aproximadamente las 4:30 pm ya con la presa asegurada en la
línea pero muy distante de la embarcación el turno me toco a mí, combatir ante
este animal fue una experiencia maravillosa, arne puesto y caña en mano se dio mi negociación ante
esta bestia, era un acto de no ceder ni la aguja ni yo, pasando como 45 min tal
vez mas o tal vez menos y teniendo ya a vista la parada de la línea lo que nos
decía que la Aguja estaba a mano, esta con un nuevo empuje de fuerzas volvió a
llevarse una cantidad de línea alejándose nuevamente, mi espalda adolorida y mi
brazo entumecido me decía que había que buscar un relevo para el combate y se
sumo a la lucha el amigo Daniel Noriega, pasando yo al descanso. En ese momento
mientras seguía la batalla y el capitán Mario tratando de colocar el bote en la
mejor posición deja salir otro comentario, “señores esto es para largo,
llamemos a tierra para avisar que llegaremos tarde” en ese momento recordé la
lectura del libro del “Viejo y el Mar” a
la cual le di más valor aun, Johan ayudaba a sostener por momento al agotado
Daniel Noriega que seguía en la lucha, la oscuridad llego de modo silencioso y
no la vimos llegar, creo que eran como las 6:30 pm cuando por fin nuestra gran
rival decidió rendirse y ganarse su libertad.
En la Popa de la embarcación en plena
faena
Para nosotros un momento
indescriptible, para mí todo era una
novedad, un desborde de adrenalina, alegría, cansancio, tantas emociones
encontradas en ese momento, contento por el logro de un Grand Slam que en el
momento no comprendía pero me contagiaba de la emoción de mis compañeros.
Emprendimos el regreso a puerto. Agotados, muertos, hambrientos, sedientos pero
llenos de emoción y con un gran tesoro para nuestras memorias.
Llegando a puerto logramos comprar
una suculenta y ansiada cerveza para celebrar la jornada y coronar un día de
ensueño. Gracias Mario, Daniel y Johan por este memorable día.